Sobre los espíritus mensajeros de la Biblia

Ángeles - Mensajeros DivinosÁngeles en la Literatura Babilónica

Escrito por Pilar Guiroy

La Biblia nos ha mostrado que la creencia en los ángeles, o espíritus intermedios entre Dios y el hombre, es una característica del pueblo Semita. Por lo tanto, es interesante buscar esta creencia en los Semitas de Babilonia. Según Sayce (Las religiones del Antiguo Egipto y Babilonia, Gifford Lectures, 1901), el comienzo de las creencias semitas en la temprana religión Sumeria de Babilonia, está marcado por la aparición de ángeles, o sukallin, en su teosofía. Así, encontramos un interesante paralelo con “los ángeles del Señor” en Nebo, “el ministro de Merodach” (ibid., 355). También es nombrado como el “ángel” o intérprete de la voluntad de Merodach (ibid., 456), y Sayce acepta la declaración de Hommel acerca de que puede demostrarse por las inscripciones Míneas que la primitiva religión Semita consistía en la adoración del Sol y la Luna,  del dios lunar Atar y de un “angel”- dios ubicado frente a la cabeza del Panteón (Ibíd., 315).

El conflicto bíblico entre los reinos del Bien y el Mal encuentra su semejante en los “espíritus del cielo”, o Igigi, que constituían la “hueste” de la cual Ninip era el líder ( y de la que recibió el nombre de “jefe de ángeles”), y los “espíritus de la tierra”, o Annuna- Ki, que habitaban el Hades (ibid., 361). Los sukalli babilónicos corresponden a los espíritus mensajeros de la Biblia; ellos declaran la voluntad de su señor y ejecutan sus mandatos (ibid., 361). Algunos de ellos parecen haber sido más que mensajeros; eran los intérpretes y vice-regentes de la suprema divinidad, y así, por ejemplo, Nebo es “el profeta de Borsippa”. Estos angeles incluso son llamados “los hijos” de la divinidad de la cual son regentes. Ninip, por ejemplo, pasó de ser el mensajero de En-lil a transformarse en su hijo, así como Merodach se convierte en el hijo de Ea (ibid., 496). Las narraciones babilónicas sobre la Creación y el Diluvio tienen un buen contraste con las de la Biblia, y lo mismo pasa con las caóticas jerarquías de dioses y ángeles que la investigación moderna ha revelado. Quizás esté justificado ver en todas las formas religiosas vestigios de una primitiva naturaleza de adoración que, con el tiempo, ha logrado depurar la revelación original, y que, allí donde esa revelación primitiva no ha recibido exitosos crecimientos como entre los Hebreos, resulta en una gran cosecha de malas hierbas.

Por otra lado, la Biblia acepta la idea de que hay angeles a cargo de regiones especiales (ver Dan., x, y arriba). Esta creencia persiste en una forma degradada en la noción árabe de los Genii, o Jinns, que aparecen en determinados puntos. Una referencia a esto se puede encontrar en Génesis 32:1-2: “Jacob prosiguió su camino. De pronto, le salieron al paso unos angeles de Dios. Al verlos, Jacob exclamó: ‘Este es un campamento de Dios’. Por eso dio a ese lugar el nombre de Majanaim, que significa campamento”. Las recientes exploraciones en la región árabe de Petra han revelado ciertos recintos rayados por piedras, y las tribus nómadas las visitan para rezar y hacer sacrificios. Estos lugares llevan un nombre que se corresponde exactamente con el de “Majanaim” del pasaje precedente del Génesis (ver Lagrange, Religiones Semitas, 184, y Robertson Smith, La religión de los Semitas, 445).

La visión de Jacob en Bethel (Génesis 28:12) puede caer dentro de la misma categoría. Pero será suficiente con decir que no todo en la Biblia es revelación, y que el objeto de las escrituras inspiradas no sólo es traernos nuevas verdades, sino también aclararnos aquellas verdades que nos fueron dadas por naturaleza. La visión moderna, que tiende a considerar todo lo babilónico como primitivo y que parece pensar que, porque los críticos dan una fecha tardía para los escritos bíblicos, entonces la religión allí contenida también debe ser tardía, puede ser consultada en la “Teología Bíblica” de Haag (339). Este escritor ve en los ángeles de la Biblia sólo divinidades primitivas convertidas en semi- dioses por el progreso triunfante del Monoteísmo.

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