Investigación sobre el impacto cultural de los duendes
Duendes ingleses 3
Escrito por Pilar Guiroy
Casi todas las apariciones de duendes en las baladas son masculinas; la única mujer duende que se encuentra comúnmente es la Reina de Elfland, que aparece en Thomas the rymer y The Queen of Elfland’s Nourice, en la cual una mujer es raptada para ser la nodriza del hijo de la reina, con la promesa de su liberación una vez cumplida su tarea. En ninguno de estos casos se presenta personajes con cualidades de duendecillo.
Los cuentos folklóricos del período temprano moderno generalmente retratan a los duendes como pequeños y huidizos personajes con personalidades traviesas. No son malignos pero pueden molestar a los humanos o interferir en sus asuntos. En algunas ocasiones se dice que son invisibles. En esta tradición, los duendes toman mucha semblanza con las hadas que salieron de la mitología inglesa nativa, por ejemplo, el Ellyl de Welsh, y el Y Dynon Bach Teg.
Progresivamente, la palabra “duende” evolucionó a la denotación general de varios espíritus como pwcca, hobgoblin, Robin Goodfellow, el brownie de los Scots, y así sucesivamente. Estos términos, como sus parientes en otras lenguas europeas, ya no se distinguen con claridad en el folklore popular.
La influencia de la literatura fue significativa por la diferenciación del concepto de duende desde sus orígenes mitológicos. En la Inglaterra isabelina, Shakespeare imaginó a los duendes como personas pequeñas. Aparentemente consideraba a los duendes y a las hadas como de la misma especie. En Enrique IV, parte 1, Acto II, Escena iv, Falstaff llama al Príncipe Enrique “¡tú, enano, tú, piel de duende!”, y en su obra “Sueño de una noche de verano”, sus duendes son casi tan pequeños como insectos.
Las influencias de Shakespeare y de Michael Drayton limitaron el uso de las palabras “duende” y “hada” a seres pequeños. En la literatura victoriana, los duendes usualmente aparecen en ilustraciones como hombres pequeños o mujeres con orejas puntiagudas y gorros. Un ejemplo de esto se ve en el cuento de hadas de Andrew Lang, Princess Nobody (1884), ilustrado por Richard Doyle, donde las hadas son personas pequeñas con alas de mariposas mientras que los duendes son seres pequeños con sombreros rojos.
Existieron excepciones a la regla sin embargo, como los duendes de tamaño normal que aparecen en The King of Elfland’s daughter, de Lord Dunsany.
Hay una leyenda concerniente a los votos Buckthorn que dice que si uno esparce Buckthorne en un círculo y luego baila dentro del mismo bajo la Luna llena, un duende aparecerá. El bailarín debe mirar al duende y decir “Alto y concede mi deseo” antes de que la criatura desaparezca. El duende entonces concederá el deseo.
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